lunes, 13 de febrero de 2012

Tres meses y veintiún días

Poco a poco el tiempo pasa, poco a poco te vas haciendo mayor, aunque aún eres

joven, muy joven. Demasiado si hablamos de novios, discutimos de futbol o brindamos

con otro trago. Pequeña, si aún no sabes andar, ni masticar, si por ahora no

tienes dientes. Una niña muy bonita. La más bonita que la luna ha iluminado, que la

madre naturaleza ha parido. Tres meses y veintiún días de vida los tuyos. Aún eres

muy pequeña para hablar, sabiendo de antemano que dirás razones como puños.

Hablarás de lo bonito que es vivir, de lo aprendido del primer amor, de lo mal que

sienta el último chupito. Opinarás de si ha sido penalti o no, de política o de

Rock and Roll. Discutirás con las amigas, con la pescatera o con la familia. Dirás

lo que quieras, siempre con tu propia idea. Poco a poco el tiempo pasa, poco a poco

te vas haciendo mayor, aunque aún eres joven, demasiado joven. Ahora empiezas a

entrelazar las manos, a rascarte la cabeza, a saber quien te habla y a sonreír a

carcajadas.

Ahora no te das cuenta que el tiempo poco a poco pasa, déjame darte un ante

consejo, entiende y aprovecha los instantes previos al segundo, serán los primeros

y últimos de ese minuto, que a su vez acabará siendo hora…y a su vez, día, con su

noche y su año.


Recuérdalo, segundo a segundo pasa la vida.

Aquellos dias...

Se hace duro mirar atrás, ver los pasos andados y notar esa sensación, tan

característica de saber que has perdido el tiempo. Aquellos días de colegas y

carcajadas, segunda familia, a veces casi la primera. Rebusco y encuentro fotos de

aquellas noches que nos creíamos dioses, brindando con el trago más fuerte casi

entre arcadas, por no perder la amistad. Rebusco y encuentro escritos de aquellos

días en que la libertad era libertinaje. Rebusco y encuentro en mi cabeza, esas

instantáneas imborrables, ni con Alzheimer de esos buenos momentos. La luz de la

adolescencia poco a poco se va apagando, dia a dia, aunque parezca que no.



Me miro al espejo y pienso que no cambio, pero miro fijamente a los ojos a ese que

me mira y busco en el, ese niño que se creía adulto. Noto esa sensación tan

característica. Ahora noto todo lo que has cambiado, o sino preguntaré a la

almohada lo que me preocupaba en aquellos años, donde el botellón era una fiesta

sagrada, las hojas del cuaderno eran avionetas, los cateos venían cada pre-verano,

las mujeres eran de verdad...Quien sabe donde quedaron aquellos días...


Sé que todos esos segundos se han esfumado como humo entre los dedos, pero como el

humo, siempre queda el olor, el recuerdo de todos aquellos maravillosos días.