martes, 22 de octubre de 2013

Que aproveche!

En cazuelas de cerámica y a fuego lento se cuecen las penas poco a poco. Dulce aroma que entra en los conductos nasales llegando al cerebro hasta dejar la mente en blanco. 

Poco a poco se van cociendo las penas cada segundo echo a volar solo de pensar en la hora de empezar a saborearlas y tragar. 

Aquellos preciosos días

Hace muchísimo tiempo que no paso por estas calles apartadas de mi sitio de veraneo. Playa, cervezas y las primeras caladas, tanto a lo legal como ilegal aun cuando no era del todo adolescente, cuando el uso de razón tampoco estaba del todo formado y las hormonas hasta el techo de mi personalidad por aquellos preciosos días. 

Era un crío que con 13 años fue aquí la primera vez que me besaron apasionadamente…con lengua. 

Con 14 fue aquí la primera vez que el guardia de turno le toco pedirme el D.N.I, mala suerte para él, no lo llevaba encima. 

Con 16 fueron aquí mis primeros y últimos puñetazos, un horrible acto de rebeldía. 

Con 17 años deje de venir, más que nada porque el aroma de sus calles no era el mismo. 

Ahora con 22 años y un día cualquiera de cualquier época y tras una larga temporada sin pasear por estas pérdidas calles sigue sin tener el mismo aroma, pero en el espacio que tienen los recuerdos en el cerebro se forma un nuevo olor y este es más divertido y entre tenido. 

Recuerdos que vienen y van, otros se quedan o se forman.