martes, 17 de septiembre de 2013

En cuanto llegue...

Cuando estaba en mi ciudad, en mi casa, en mi habitación abierta de par en par y la ventana cerrada a cal y canto no apreciaba lo agradable que es sentir el choque del viento en mi cara. Ahora que estoy fuera de mi ciudad, de mi casa, de mi habitación siento como juegan remolinos de viento entre la espalda y la cabellera. Lo echaba de menos. En cuanto llegue a mi ciudad, a mi casa, a mi habitación sé a ciencia cierta lo que tengo que hacer. Cerrar la puerta a cal y canto y abrir la ventana de par en par. 

Detalles

Antes de descartarme descarto cualquier idea de vivir en una pena. Penas que trae la vida o el destino y que irán con el paso del tiempo. Minutero que aprieta o afloja las tuercas del día a día y segundero que parece que no hace nada pero que cuenta momentos y detalles que apenas nos damos cuenta. Ahora que llevo un tiempo asimilando las cosas buenas y malas de la vida o el destino...he llegado a la conclusión  que si no hay segundos no hay detalles y si no hay detalles... 

No hay vida.