lunes, 4 de febrero de 2013

En mi soledad.

Ahora que me encuentro tan lejos de mi rinconcito, pensaba que sí, pero no me encuentro del todo a gusto. Las cervezas no me saben bien, el humo del cigarro flota igual y las horas son más lentas de lo normal. 


Soledad vs conversación. 

Mesa de una sola silla vs trago compartido. 

Cigarro a “pachas” vs cenicero de una colilla. 

Ahora que me encuentro en la soledad de soledades y me siento un transeúnte sin su sitio, me doy cuenta que el resto del mundo me da igual y los pasos marcan el camino. 

Tan lejos de mi casa, tan cerca de mí. 

Coge lo que quieras.


Apaga la tele y estimula tu clítoris. Es más divertido que andar con el mando cambiando de canal. Dicen algunos que es bueno hasta la salud. Alivia tensiones, sientes placer y que bien te encuentras después, pensar en la pareja o el vecino, el jefe o el profesor de pádel. Pensar en orgías o tríos, en la cocina o el baño donde quieras menos el salón. Lugar donde aguarda el mando del televisor. Nos conocemos demasiado y dudo mucho que tengas claro el que agarrar, el mando o a mí. 

Me robaron al nacer.


Mi mama me vio al nacer.

Desde ese momento nunca lo ha vuelto a 
hacer, ni yo a ella. 

Ahora que ha pasado un largo tiempo, 
ahora que tengo uso de razón, puedo pensar que tal vez nací para odiar.