No eres tú cuando te dejas llevar por el mejor postor. El
líder de la manada siempre disfrazado de león y sin garras. Detrás de su
sombra hasta cuando caga. Respiras el aliento que él va dejando, renunciando a
tu espacio.
No eres tú.
Te dejas llevar allá donde él vaya, si tira la
cabellera de un quinto piso la tuya va detrás. Sigues su señuelo. Eres la
sombra sin personalidad, sin alma, sin espíritu. Barres las calles sin voz ni
voto. No quieres hacerte notar siempre a ras de suelo.
No eres tú.
No porque no
puedas, sino porque no quieres tener personalidad.
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