jueves, 3 de octubre de 2013

Suicidio pecador

Llegará el día en que eyacule sobre la tumba que me acompañe a quien sabe dónde. En el epitafio que me corresponda se escriban a martillo y cincel todas aquellas palabras que nunca dije, que me las guardo para escribirlas más tarde. Quizá mañana o pasado o quizás al otro pero llegará, todos sabemos que llegará. Defecaré sobre mi tumba después de un alarido de asnos salvajes que llenen mi tumba de sortijas y abalorios baratos, de fondo el himno ausente e invisible de sirenas de calle sintonizaran la escena. Llegará, todos sabemos que llegará el día en que flojeen mis pasos y calle mi voz, mi piel ahora tensa se llene de arrugas que el pulso no me deje escribir y que mi personaje gemelo se me presente en el reflejo del espejo en el que ahora me miro. Llegarán los buitres hambrientos de sueños e ilusiones, se mofarán de mí como yo ahora me mofo de ellos, hasta entonces estoy libre de pecar conmigo mismo.

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