Entre águila y colibrí, prefiero el resurgir de un Ave Fénix.
Degollarme en cada alarido, en cada rugido,
en cada señuelo despistando al que se fume mis cenizas.
Litros de vinagre y formol me ahogan en bañeras con olor
a mierda y sueños rotos.
Kilos de piedra y soledad posan en mi espalda impidiéndome
volar,
LIBRE
por sendas vírgenes y paraísos llenos de vida.
No puedo, ni quiero estar preso en estas
cuatro paredes que huelen a mí.
Me encanta.
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