lunes, 24 de septiembre de 2012

Sin torpezas.


Un, dos, tres. Resuena el reloj otra vez con su segundero haciendo malabares con el tiempo. Nunca dejará de actuar, aunque se quede sin aliento, nunca dejará de actuar y en los dedos maneja el presente, en un visto y no visto ya es pasado. Un, dos, tres. Resuena el reloj en el eco del silencio dentro de  esta habitación, como si estuviera castigado cara a la pared atado de pies y manos al vaivén del segundero. Al ritmo del malabarista, de un lado a otro, viéndole pasar. 

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