No hay mayor placer que encontrarse con uno mismo acercándose por la misma acera o frente al espejo, aliñando un cigarro muy corto,
escribiendo versos o apalancado en el trono. Siendo fiel seguidor de los
principios, aunque la corriente juegue en mi contra y el río sea más largo que
el propio problema, siempre hay una solución para el final.
Siempre.
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