Despierto alterado y sin ganas de empezar un nuevo día. Sea
verano, otoño, invierno o primavera el despertador siempre suena a la misma
hora. La justa para amargarme ya desde la mañana, cuando aún no ha salido el
sol y el cielo encapotado de estrellas estrelladas en la luna.
Enamorados,
soñadores, pirados y borrachos salen o entran a la misma hora a la que suena mi
despertador.
Ellos para seguir y camelar a la luna, yo para encontrarme.
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